Algunos científicos afirman que la contaminación acústica está superando a la contaminación atmosférica en las zonas urbanas en cuanto a efectos perjudiciales para la salud.
El ruido es probablemente uno de los mayores contaminantes de las ciudades modernas y, aunque ahora se conocen los riesgos asociados a una elevada exposición al ruido, las autoridades de todo el mundo siguen actuando con lentitud.
Recientemente se celebró en Bruselas la Semana Verde, un acontecimiento de alcance europeo dedicado a las actividades y políticas medioambientales. Este año se centró en cómo la UE ayuda a las ciudades a convertirse en mejores lugares para vivir y trabajar.
El Dr. David Rojas, del Instituto de Salud Global de Barcelona (España), fue uno de los ponentes principales del acto y explicó cómo el ruido produce estímulos en el sistema nervioso central, que a su vez libera hormonas que pueden aumentar el riesgo de hipertensión. Estas hormonas están relacionadas con muchas otras enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, además de ser conocidas como causantes de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
El Dr. Rojas, investigador en salud ambiental, va más allá y afirma que la contaminación acústica supera a la atmosférica como factor de riesgo en, por ejemplo, Barcelona.
"Cuando tenemos un ruido de fondo, el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a este ruido", dijo. "Ya no lo ves tanto como una molestia y empiezas a aceptarlo y a adaptarte. Pero aunque no seas consciente del ruido, éste sigue estimulando tu sistema orgánico".
La investigación del Dr. Rojas recopiló datos sobre la multiplicidad de contaminantes que se encuentran en las ciudades y espera que los resultados puedan utilizarse para elaborar políticas que ayuden a mejorar la salud en las zonas urbanas.
Un ejemplo sería mejorar la infraestructura ciclista y animar a los padres a que lleven a sus hijos a la escuela andando, lo que no sólo reduciría los niveles de contaminación acústica y atmosférica en las zonas urbanas, sino que mejoraría los niveles de actividad física, lo que, teniendo en cuenta la sorprendente estadística de que en el Reino Unido 25% de los niños de 2 a 10 años y 33% de los niños de 11 a 15 años tienen sobrepeso o son obesos, no está nada mal.
"Los beneficios de un buen diseño urbano son múltiples", añadió. "No se trata sólo de la contaminación atmosférica o acústica, sino también de la actividad física, los espacios verdes y el calor".
Como parte de un proyecto, el Dr. Rojas y su equipo midieron el impacto de animar a todos los niños que vivían a menos de un kilómetro de su colegio a ir andando todos los días. El resultado fue una mejora espectacular de la salud de los niños, incluida una reducción de los que sufrían hipertensión arterial y obesidad.
Sus conclusiones también cuestionan las ideas erróneas sobre si el daño causado por la contaminación atmosférica contrarresta los beneficios de caminar o ir en bicicleta en las ciudades. "El beneficio es 70 veces mayor que el riesgo", explica Rojas.
Añadió que otro gran reto para el futuro será combinar los datos sobre distintos factores ambientales para elaborar modelos que puedan ofrecer predicciones mucho más completas para las decisiones políticas.