Hoy en día es raro estar en un sitio sin que la contaminación acústica nos moleste de alguna manera. Muchos ruidos naturales pueden ser bienvenidos: un coro al amanecer o las olas rompiendo en la playa, pero cuando se trata de decibelios producidos por el hombre la cosa cambia.
Dejando a un lado los sonidos de los coches, los tonos de llamada y otros ruidos que damos por sentados, ¿se ha dado cuenta alguna vez de lo rodeados que estamos por el humilde "bip"? Desde la marcha atrás hasta las cajas de los supermercados, los pitidos marcan nuestra vida cotidiana.
¿De dónde viene el "bip"?
La palabra "bip" tampoco es muy antigua. La expresión "bip-bip" para el claxon de un coche sólo se remonta a 1929, según el Oxford English Dictionary.
Antaño, las campanas y las sirenas eran avisos de que algo importante estaba ocurriendo, pero el pitido moderno es una bestia completamente diferente. En general, siguen avisando o anunciando algo, pero puede ser algo tan mundano como la apertura de las puertas de un tren.
El auge del "pitido"
Algunos de los pitidos menos molestos lo son intencionadamente. Por ejemplo, el pitido que avisa de que se ha activado el cierre centralizado. Los especialistas en acústica de todo el mundo se ganan la vida intentando encontrar el pitido adecuado para un producto o una marca, y esto se aplica a los pitidos que emiten los electrodomésticos, los cajeros automáticos, los ordenadores y las cajas registradoras de los supermercados.
Desde que empezaron a proliferar en la década de 1980, las alarmas de marcha atrás -más utilizadas en vehículos de transporte de mercancías- fueron una fuente de quejas en constante aumento, que alcanzaron su punto álgido a finales de los años noventa. Se suman a ese paisaje sonoro de contaminación acústica y molestias que pone a prueba la paciencia de millones de personas. Los investigadores intentan ahora encontrar una alternativa de tono único que, por ejemplo, suene como una ola rompiendo, pero emitida en breves ráfagas staccato.
Hay otros pitidos que oirá miles de veces, probablemente sin darse cuenta. Los pitidos de texto y el pitido de la caja del supermercado. Con la llegada del escáner de código de barras, se oye un pitido por cada compra, lo que equivale a millones de pitidos diarios.
Sin embargo, son los pitidos de los teléfonos móviles los que quizás generan el resentimiento más constante, sobre todo en trenes abarrotados o durante una salida nocturna al teatro. Los pitidos continúan incluso en la intimidad de nuestros hogares. Las alarmas de humo y monóxido de carbono son una gran fuente de pitidos, así como los pitidos de batería baja de los dispositivos portátiles, los microondas, los temporizadores... y la lista continúa.
¿Nos libraremos algún día del "bip"?
Tan prolíficos son los pitidos en la vida moderna que algunos lugares, como aeropuertos y aerolíneas, están reduciéndolos. "Nuestros anuncios son muy específicos", afirma un portavoz del aeropuerto londinense de Stansted. "Hacemos menos anuncios en el edificio principal de la terminal. Por supuesto, seguimos haciendo algunos, como los anuncios de seguridad".
Así que el pitido, de una forma u otra, parece que seguirá con nosotros durante años, si no décadas. Sin embargo, si quieres un poco de soledad sin pitidos, sal al campo. Recuerda dejar el teléfono en casa y evitar los tractores que dan marcha atrás.
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