Un registrador de ruidos molestos, como el Troyano, es un instrumento de medición del ruido que puede registrar tanto los niveles de ruido como los archivos de audio que se utilizan para medir, registrar y evaluar las quejas por molestias acústicas.
El agente lo instala discretamente en la propiedad del denunciante sin conocimiento del presunto autor del ruido. Se pone en marcha y se bloquea para que el equipo no pueda ser interferido. Mientras está allí, el equipo lleva continuamente un registro de los niveles de ruido presentes.
Una unidad como el Trojan puede registrar y almacenar muchos tipos diferentes de datos de ruido. Los más comunes son los niveles LAeq y LAFmax, que pueden representarse en un gráfico cuando las mediciones se han descargado en un PC.
Se pide al denunciante que lleve un diario de todos los supuestos casos de molestias acústicas. También se le proporciona un mando a distancia para que lo pulse cuando se produzca el supuesto ruido.
En ese momento, el registrador de molestias acústicas empezará a grabar audio para documentar las supuestas molestias y demostrar qué ruido estaba causando el nivel de dB(A) mostrado en ese momento concreto. Cuando cesan las supuestas molestias, el denunciante vuelve a pulsar el mando a distancia para detener la grabación de audio y mantener su intimidad.
Las grabadoras de ruidos molestos de buena calidad, como Trojan, graban audio de alta calidad sin comprimir que, al reproducirse, permite identificar fácilmente las fuentes de ruido e incluso determinar si el verdadero problema es el presunto autor o el denunciante.
Una vez recogido por un agente, el registrador de ruidos molestos se conecta a un PC donde se descargan los datos y el audio registrados.
A continuación, utilizando el software suministrado (como Sonómetro Optimus) el funcionario puede revisar las grabaciones de audio, determinar si son molestias acústicas o no, marcarlas adecuadamente como tales y, a continuación, elaborar un informe y recomendaciones de actuación.
Algunos resultados comunes son:
- No hay problema de ruido, algún otro asunto debe ser el origen de la disputa.
- Hay un problema de ruido provocado por el autor que hay que solucionar.
- Hay un problema de ruido, pero el principal protagonista parece ser el denunciante y el presunto autor sólo reacciona ante él.
- Hay ruido, pero no es un comportamiento irrazonable, sino que se debe a un exceso de sensibilidad al ruido o a un mal aislamiento acústico entre las propiedades.
Por lo general, el funcionario intentará por todos los medios aliviar el problema, incluida la mediación cuando sea necesario, antes de recurrir a las medidas finales de realojar a las personas o emprender acciones judiciales.
Sin las pruebas recogidas por un registrador de ruidos molestos, el agente nunca podría cuantificar el volumen de los ruidos, su causa y quién los provoca.
En esencia, cualquier decisión que se tome sin haber instalado el equipo podría basarse más en suposiciones o corazonadas que en hechos.