Con todo lo que está sucediendo en el mundo en este momento -Trump V Corea del Norte, Charlie Gard, el renacimiento de la extrema derecha- nunca deja de sorprenderme en qué se fijan los políticos y los medios de comunicación. Tal vez sea la temporada de las tonterías y los diputados tengan demasiado tiempo libre en las vacaciones de verano, pero ha estallado una polémica sobre los planes para silenciar el Big Ben del Parlamento mientras se llevan a cabo obras de restauración esenciales.
"El Blitz no pudo silenciar el Big Ben, pero los pequeños Hitler de elf'n'safety han triunfado donde el Führer fracasó", el Daily Mailde Richard Littlejohn.
Haciendo un paréntesis en el pequeño asunto de las negociaciones del Brexit, David Davis califica el plan de "locura" y dice que no ve por qué el reloj tiene que permanecer en silencio durante la mayor parte del proyecto de construcción de cuatro años y dijo a las autoridades del polígono que "manos a la obra".
Para ellos es fácil decirlo, pero él no es uno de los restauradores que podrían estar trabajando a pocos metros del emblemático reloj cuando suena cada 15 minutos y puede oírse en toda la capital. Con 118 dB, los decibelios registrados por las campanadas del Big Ben no sólo son contrarios a la normativa sobre ruido en el trabajo, sino que están por encima de lo permitido, aunque sólo se esté expuesto unos minutos al día.
De hecho, si los trabajadores llevaran protección auditiva estándar y se permitiera continuar con las cachimbas, se tardarían aproximadamente 64 años en completar la restauración dentro de unos límites seguros de exposición al ruido.
En un mundo en el que los gallos e incluso los periquitos son denunciados por hacer demasiado ruido, no entiendo cómo alguien puede oponerse a proteger a los trabajadores de lesiones auditivas graves y duraderas.
Al parecer, los diputados exigen que se revise si es necesario silenciar las campanadas. Han pedido a los funcionarios que examinen el coste y las implicaciones prácticas de hacer sonar la Gran Campana más a menudo de lo previsto. Tal y como están las cosas, el Big Ben dejará de sonar a mediodía de la semana que viene y sólo repicará en ocasiones especiales -incluida Nochevieja- hasta que finalicen las obras en 2021.
Los funcionarios del Parlamento insisten, con razón, en que la cachimba del Big Ben pondría en "grave peligro" la audición de los trabajadores. El sindicato del sector público TUC afirmó que silenciar las campanadas era "sentido común".
¡Escucha eso!
Si se mantiene la prohibición de la cachimba, será el periodo más largo que el Big Ben haya estado silenciado en sus 157 años de historia. Pero, por lo menos, debería ser un recordatorio "oportuno" a los contratistas para que intenten llevar a cabo las reparaciones parlamentarias, si no antes, sí dentro del plazo previsto.